Hay nueve especies de equinácea, pero tres son las más comúnmente usadas por sus potenciales beneficios en la salud humana: purpurea, angustifolia y pallida.
La echinacea purpurea estimula la actividad general de las células responsables de la lucha contra todo tipo de infección. Esta planta es la más conocida y estudiada de las hierbas medicinales para estimular el sistema inmunológico. Estudios de laboratorio han demostrado que tiene numerosos efectos sobre las células del sistema inmunológico, al estimular la producción de células T e interferón (proteína que estimula el sistema inmunológico). También estimula la internalización de los cuerpos extraños por las células inmunes para retirarlos de la circulación y aumenta la capacidad de las células inmunitarias para ir al sitio de la infección.
La equinacea se utiliza para el resfriado, infecciones, dolores de garganta, tos, fiebre y, en general, para impulsar el sistema inmunológico y aumentar las defensas del organismo, reduciendo los síntomas de la mayoría de procesos víricos y gripales. Tres son los componentes principales activos de la echinacea que potencian nuestro sistema inmune: antioxidantes, alcamidas y polisacáridos. Investigaciones publicadas por la revista científica The Lancet, indican que el remedio de hierbas hecho a base de echinacea disminuye las posibilidades de contraer influenza en un 85%.
Los investigadores también aseguran que la planta ayuda a curar la gripe con mayor rapidez, ya que los síntomas desaparecen aproximadamente 36 horas antes de su duración normal. Aunque la equinácea se utiliza internamente para el tratamiento de virus y bacterias, cada vez se está utilizando más para el tratamiento de infecciones y heridas externas.
Se utiliza principalmente:
– Trastornos respiratorios como el resfriado común, la faringitis, amigdalitis o la otitis.
– Trastornos digestivos como la diarrea causadas por patógenos también pueden aliviarse con equinácea, ya que contribuye a combatirlos al reforzar las defensas.
– Puede disminuir la frecuencia de los trastornos urinarios como la cistitis.
– Se utilizaba por los indios aborígenes de América del norte para tratar heridas o mordeduras de serpientes por sus propiedades desinfectantes y cicatrizantes.
No se recomienda tomar equinácea si se está en tratamiento con corticoides, inmunosupresores o citostáticos.
Óscar Fernández García, Especialista en Medicina Alternativa, Naturópata y Escritor

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